La mujer errante

Una noche oscura durante una tormenta de esas que te dejan sin luz, mientras yo pequeña y asustadiza me arropaba a la manta mi abuela me contó cierta historia que viví años después en propia carne:
-En éste país como ya bien sabes; hay muchísimos bosques y muchísimas leyendas respecto a ellos pero la que te voy a contar pasó de verdad:
En la antigua casa en la que vivía tu bisabuelo, años antes de que yo me fuera a vivir con tu abuelo, una gélida noche de invierno, como ésta con truenos resonando y a varios kilómetros del pueblo alguien tocó la puerta:
toc, toc, toc, resonó por toda la mansión; bajé corriendo creyendo que mi padre había regresado del establo (siempre se aseguraba de que las reses estuvieran salvaguardadas durante las tormentas ), para mi sorpresa al abrir la puerta de golpe encontre una mujer, fría como un témpano de hielo, aunque parecía que la lluvia no la había siquiera rozado.
La miré desconcertada y de debajo de la capucha de su gabardina gris salió un leve sonido; no la entendía pero volvió a repetir:
- tu padre será el siguiente
extrañada le pregunté de qué estaba hablando y ella siguió:
-mi hermano será el siguiente
lo cual me sorprendió aún más porque mi padre no tiene hermanas bueno vivas no, la última era mi tía irene y murió hace años en el bosque; dicen que los lobos la despedazaron nunca se sabe; aún así le pedí que pasara para adentro( puede que la hipotermia evidente le hiciera desvariar) pero ella se negó, dejó caer la capucha de sus hombros y entonces vi una imagen espantosa tenía sangre por toda la cara mezclada con barro y hojas del bosque, sus ojos parecían estar nublados, sin brillo y de su labio medio desgarrado me dijo la última frase:
-Estamos en paz Román.
Cuando asustada miré hacia atrás a ver si veía algo o a alguien (en realidad no sé muy bien el qué) miré otra vez a la extraña visita y ésta ya había desaparecido.

Salí corriendo alrededor de casa aún sabiendo que me iba a empapar y nada ni rastro ni huellas que con tanto barro se hubieran visto, nada...
Entré en casa y le expliqué a mi padre lo de la mujer lo de que sabía su nombre y lo extraña que fué y él me dijo aunque incrédulo que el día en el que murió su hermana dicutieron y él le dijo ojalá te mueras y ella le contestó sí y te aviso para cuando te toque; claro que mi abuelo no lo decía en serio sólo estaba furioso, pero ella encontró la muerte y le avisó.
Evidentemente mi padre o sea tu abuelo ocmo ya bien sabes al día siguiente murió repentinamente a causa de la caída que sufrió en una zanja en medio del bosque cuando buscaba una cabra que se había escapado, tenía el mismo aspecto todo ensangrentado con el pelo y la cara llena de barro, esos ojos nublados y esa boca descolgada que decía:
-Estamos en paz.
El quid de la historia es que en mi país cuando muere un familiar ten por seguro que se llevará a otro con él tarde o temprano vendrá para avisarte. Mi abuela falleció y cuando eso sucedió en el mismo instante llamaron a mi puerta tres veces
-toc.. toc.. toc..
Sin embargo mientras miraba la mirilla sonaban los golpes pero no había nadie; sólo un leve susurro casi inaudible me pasó por la espalda con un gélido escalofrío
-Estamos en paz.

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